Cada vez que te sientas extraviada o confusa,
piensa en los árboles, recuerda su manera de crecer.
Un árbol de gran copa y pocas raíces es derribado
por la primera ráfaga de viento,
en tanto que uno con muchas raíces y poca copa,
a duras penas deja de circular la savia.
Raíces y copa han de tener la misma medida,
has de estar en las cosas y sobre ellas:
sólo así podrás ofrecer sombra y reparo,
sólo así, al llegar la estación apropiada,
podrás cubrirte de flores y frutos.
Y luego, cuando ante ti se abran muchos caminos
y no sepas cuál recorrer,
no te metas en uno cualquiera al azar,
sientate y aguarda.
Respira con la confiada profundidad que respiraste
el día que viniste al mundo,
sin permitir que nada te distraiga:
aguarda y aguarda más aún.
Quedate quieta, en silencio y escucha tu corazón.
Y cuando te hable,
levantate y ve donde él te lleve.
Susanna Tamaro
Cuanta belleza encerrada en tus letras
ResponderEliminarAl leerlas se desparraman en el aire
Como gotas de lluvia llegan frescas
Acariciando el alma.
Gracias por compartir.
Cálido abrazo.
Un lujo haber pasado por tu blog, sigue así! Cariños
ResponderEliminarQue siempre sea la naturaleza la maestra primera de nuestros pasos... Excelente escrito!
ResponderEliminarMaravillosa entrada Silvina.
ResponderEliminarGracias por pasarte por mi blog preguntando, estoy bien :) aunque bastante atareadilla, un abrazo,
Laura